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Cuando un libro grita/When a Book Shouts

Notas de lectura sobre Quemar el miedo de LASTESIS/Notes on LASTESIS’s Set Fear on Fire

September 29, 2023

Set Fear on Fire: The Feminist Call That Set the Americas Ablaze
by LASTESIS, translation by Camila Valle
Verso Books
2023

Este es el primer artículo de una serie de reflexiones sobre la traducción y publicación en inglés de Quemar el miedo/Set Fear on Fire de LASTESIS. Pueden ver el segundo artículo aquí.

Es una adaptación de los comentarios hechos en el lanzamiento del libro en Nueva York en marzo del 2023.

Esta es una publicación bilingüe. La versión en inglés se puede encontrar debajo de la versión en español.

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This piece is the first installment in a series of contributions on the English-language translation and publication of LASTESIS’s Set Fear on Fire. You can find the second article here.

It is an adaptation of remarks made at the New York book launch in March 2023.

Please note that this is a bilingual publication. The English-language version can be found below the Spanish-language version.

Comienzo a escribir estas notas mientras leo Quemar el miedo, un libro elocuente y rabioso, un libro que se hace escuchar. Voy apuntando ideas entusiasmada, inspirada, energizada, sin saber muy bien qué forma tomará esta respuesta. Me interesa responder para destacar el gesto y el afecto que aparece plasmado en la letra, en la escritura de LASTESIS, y también para celebrar la publicación de Quemar el miedo en inglés, Set Fear on Fire, en la traducción impecable y cómplice de Camila Valle. Set Fear on Fire aparece en un momento ominoso en Estados Unidos: con la derogación de la sentencia Roe versus Wade, 15 estados prohibieron los abortos. Asimismo, sólo en el 2023 se han introducido más de 525 proyectos de ley anti LGTBQ+ en 41 estados y ya van más de 220 leyes aprobadas en varios estados que afectan directamente la vida de personas trans y no binarias.

Quemar el miedo nombra, interroga y denuncia distintas formas de violencia, pero no se detiene ahí; también recoge las formas amorosas de acompañar, querer y hacer con otras. Quiero remarcar la fuerza generativa de esa rabia que denuncia y lo entrañable que resulta el “nosotras” que escribe, un “nosotras” situado (no esencialista) que no se olvida de la importancia de la complicidad y que nos ofrece aquí otra entrada a los feminismos—a sus postulados, a sus luchas y a sus maneras de dilucidar la opacidad del heteropatriarcado capitalista y colonial. Quiero también decir algo sobre la potencia azuzadora de LASTESIS y sobre cómo esa potencia se manifiesta en este libro. Porque quienes hayan visto, bailado, cantado u oído hablar de “Un violador en tu camino” sabrán que LASTESIS, desde siempre y todavía radicadas en su querido puerto de Valparaíso, movilizan ideas y nociones feministas a partir de su reformulación o trasposición en poses corporales, versos, ritmos, pasos. En medio de una plaza, en la calle o arriba de un escenario, LASTESIS develan, señalan y denuncian bailando, cantando, gritando. Y me parece que Quemar el miedo opera de una manera similar. Incita al movimiento. En muchos sentidos, este libro es una forma de expansión del trabajo de performance del colectivo LASTESIS.

Sobre el grito

Dejo el libro al lado, cierro los ojos y me imagino leyendo otro libro. Un libro cualquiera. No me cuesta verme sumida en el acto de la lectura. No importa si estoy en la biblioteca, en la cama, en mi escritorio, en la playa, o en el tren rumbo a la universidad. Puede haber ruido alrededor, incluso gente conversando cerca, pero no importa. Mi mente logra cerrarse y enfocarse en la página, ignorar todo aquello que ocurre alrededor y entrar en una especie de cámara silenciosa.

Hay quienes prefieren leer en voz alta y a veces lo hago; también es cierto que hay círculos o talleres de lectura, instancias en las que podemos compartir con otras nuestras ideas y reacciones. Sin embargo, en general, cuando pienso en la lectura, sobre todo en la lectura de un libro, lo primero que se me viene a la mente es este estado de silencio interno. La pausa que exige la lectura. No me ha pasado eso con este libro iracundo. Porque este libro grita y lo hace desde su mismo título. ¿Qué pasa cuando el libro te grita? ¿Qué pasa, lectora, cuando las frases y las letras impresas en las páginas del libro buscan remecerte, sacarte de la cómoda silla donde te encuentras leyendo para que te pongas de pie tú también y cantes o grites esos versos, o por lo menos tararees su melodía mientras sigues con los brazos y quizás con los pies ese tempo que ya se ha vuelto tan familiar? ¿Qué pasa? Que poco a poco o rápidamente, la lectura se colectiviza. Pasa que abres el libro en una plaza, en tu casa o en el tren, no importa dónde, y te das cuenta que no estás leyendo sola, porque aquí estoy yo también, uniéndome a esas manos-mentes-voces-cuerpos que en ocasiones piensan bailando y aquí lo hacen escribiendo, porque Quemar el miedo canta y grita sobre la rabia: mi rabia, tu rabia, nuestra rabia. Y cómo podríamos estar solas, si pasado el título y el índice la primera palabra del libro es “nosotras” y la primera frase, “La experiencia de una es la experiencia de todas”.

¿Qué pasa cuando el libro te grita?… Que poco a poco o rápidamente, la lectura se colectiviza. Pasa que abres el libro en una plaza, en tu casa o en el tren, no importa dónde, y te das cuenta que no estás leyendo sola, porque aquí estoy yo también, uniéndome a esas manos-mentes-voces-cuerpos que en ocasiones piensan bailando y aquí lo hacen escribiendo, porque Quemar el miedo canta y grita sobre la rabia: mi rabia, tu rabia, nuestra rabia.

Sobre el “nosotras”

Este “nosotras” que te cuenta y te toma en cuenta, no está previamente dado, sino que se articula, se trama y se expande en sucesivos encuentros o formas de reconocimiento situado que no pasan por la educación formal y que tampoco se reducen a una visión esencialista del feminismo (“soy feminista porque soy mujer”)

“No es depresión, es capitalismo y patriarcado”, decía una frase rayada tantas veces en el contexto de la revuelta. Seguramente LASTESIS también la vieron. Ellas plantean este asunto así:

La posibilidad de encontrarse con el feminismo no deviene de un camino obvio, ya que no suele ser parte del listado de libros que te dan a leer en la escuela. Es una búsqueda, una inquietud de que aquello que conoces y te incomoda no está realmente bien. Aquello que incomoda, que perturba, tiene que ver con este sistema actual, donde todo se ha transformado en bien de consumo: los cuerpos, los animales, la naturaleza, las experiencias. (38)

Quiero recalcar del pasaje recién citado (y de los que siguen) la claridad del lenguaje y la sencillez del estilo. Porque claridad y sencillez son dos cualidades que LASTESIS privilegian en su hacer; esto se hace manifiesto en el modo en el que enuncian las distintas formas de violencia al comienzo del libro. Los feminismos nos enseñan que, para hacerle frente a las violencias, hay que saber reconocerlas y poder nombrarlas. Repasarlas, dar cuenta de su acumulación mediante la letra, es una tarea importante, una forma de diseminar teoría feminista y de estudiar en colectivo.

Nosotras hemos parido.
Nosotras hemos criado solas. Estudiado y criado solas.
Estudiado, trabajado y criado solas.

Nosotras hemos abortado de manera ilegal e indigna.
Nosotras hemos acompañado a nuestras amigas en sus abortos.
Nosotras hemos sido rechazadas por nuestras parejas por abortar.
Nosotras hemos sido golpeadas en la calle por una expareja.

Nosotras hemos recibido violencia económica.
Nosotras hemos recibido violencia obstétrica.
Nosotras hemos recibido violencia sexoafectiva.

Nosotras tenemos tres jornadas laborales.
Nosotras hemos sido inmigrantes ilegales.
Nosotras somos hijas de refugiadas y refugiados políticos.
Nosotras hemos nacido y crecido en el exilio. (11)

Este nosotras que aquí evoca y revisita una serie de violencias, que recoge y sintetiza saberes feministas, lo hace para aprender y construir en colectivo. Es decir, a pesar de la violencia sufrida y experimentada, aquí no hay victimización, por el contrario. La colectivización y la enunciación del daño permiten encontrarse, (re)conocerse, darse fuerzas, acompañarse, crecer. Y también: imaginar, confabular, cocrear. Veo aquí una clara manifestación de la militancia alegre de la que hablan feministas como Verónica Gago y Silvia Federici, porque LASTESIS hacen comunidad y familia en el mismo proceso de crear, organizar y luchar. Y este es un trabajo constante, del día a día.

Sobre la rabia

“Las feministas son serias son graves, son aburridas, son nazis, odian a los hombres, son idiotas, son locas, tienen tatuajes y usan el pelo corto”. Nos cansa escuchar y leer constantemente cómo se construye este estereotipo de la feminista, la “feminazi”, como si quisiéramos instalar un genocidio o exterminio de hombres.… La lucha por el poder, la opresión y la violencia son armas del patriarcado y a nosotras no nos interesan. Se las pueden ir metiendo por la raja nomás y dejar de intentar ajustarnos a sus paradigmas hueones. (107-108)

Recojo este pasaje porque evidencia cómo aflora la rabia en la misma escritura. Por supuesto, la rabia está presente desde el comienzo.

Tenemos rabia. Rabia contra la opresión milenaria. Rabia contra la impunidad histórica. Rabia ante la invisibilización constante de nuestros abusos. Nuestro testimonio siempre está en tela de juicio, siempre es cuestionable, dudoso, nunca es suficiente. (20)

Sí, el libro exuda rabia. El llamado a Quemar el miedo se escribe con y desde la rabia. Pero Quemar el miedo hace de la rabia un motor creativo. Porque la rabia puede ser productiva, puede ser generadora. Como dice otra escritora chilena feminista, Alia Trabucco Zerán: “la rabia es una emoción política fundamental. Es movilizadora como pocas y por eso se censura. La filósofa Marilyn Frye lo dice muy bien: no es posible sentir rabia contra el cielo porque llueve. Se siente, en cambio, ante un hecho injusto. Y supone decir lo siguiente: esa injusticia ocurrió, tiene un causante y exijo una reparación”.

De la rabia emergen ideas, formas y movimientos; la rabia ayuda en el ejercicio de la síntesis de la teoría feminista. Nos roban todo, menos la rabia.

Sobre lo que este libro manifiesta y hace manifiesto

Me fijo que la versión en español de Quemar el miedo lleva como subtítulo “Un manifiesto”. Un manifiesto es un “escrito breve que un grupo o movimiento político, religioso, filosófico, artístico o literario dirige a la opinión pública para exponer y defender su programa de acción considerado revolucionario o novedoso con respecto a lo establecido anteriormente”; algo manifiesto es también “algo evidente, que se percibe con claridad”. Parecería que, en este caso, ambas acepciones de la palabra tienen sentido. Más de alguna lectora concordará con el subtítulo, con la identificación de Quemar el miedo como un manifiesto, como un texto que disemina “el programa de acción” de LASATESIS, colectivo feminista. Digo más de alguna lectora, porque yo no. A mí, lo de manifiesto no termina de convencerme—y no me sorprendió enterarme de que a LASTESIS tampoco (en la presentación de la traducción al inglés, LASTESIS explicaron que el subtítulo había sido idea de los editores, que a ellas lo de manifiesto no las convencía y que por eso la traducción no incluye dicho subtítulo). Lo de “manifiesto” no me convence por varios motivos, pero, sobre todo, porque a diferencia de otros manifiestos escritos por grupos políticos o artísticos casi siempre conformados por hombres cis, Quemar el miedo no reclama decir nada nuevo, ni aspira a ser la vanguardia de un movimiento, ni nada por el estilo. Por el contrario: LASTESIS trabajan con material ya existente, con ideas previamente formuladas, con hallazgos y nociones que, por motivos que también tienen que ver con el patriarcado—el patriarcado de las ideas, el patriarcado de la educación—han sido invisibilizadas u opacadas, no han circulado como deberían:

Nuestro objetivo era y es difundir teoría feminista. Y ese deseo nace tras constatar la falta de acceso a estas ideas en los canales de la educación formal. Creímos y creemos fervientemente que el traslado de estas ideas a otros lenguajes, el poder acercarnos a ellas no solo desde lo teórico, desde las palabras, sino que también a través de su interpretación y traducción a lo visual, textil, sonoro y corporal, contribuye a su difusión de manera más amplia. (107)

Vuelvo a enfatizar la claridad y la sencillez del estilo de LASTESIS, su preferencia por decir las cosas de frente, sin rodeos ni pelos en la lengua. Los ejemplos abundan. Cito otro que me parece muy importante, ya que hace manifiesta la posición política de LASTESIS en relación al significante “mujer” en los feminismos:

No nacimos para perpetuar la institución del matrimonio y la familia nuclear. Ya es tiempo de normalizar las infinitas formas de amar a otres y dejar de normalizar la violencia intrafamiliar. No nacemos mujeres según nuestros genitales. No todas las mujeres tenemos útero.… No todas nacemos heterosexuales. No todas las mamás son buenas mamás. El instinto maternal no existe. No todas queremos ser madres. No todas las madres pueden parir. (57-58)

En ocasiones, el texto grita de manera aún más directa. Esto ocurre sobre todo en los pasajes en que la rabia se hace manifiesta. En esos momentos, el grito que es este libro se hace punzante. Porque en ocasiones este libro duele. Un momento clave, me parece, es el pasaje sobre el aborto. Lo cito en extenso porque es de una elocuencia desgarradora. La escritura encarna la ansiedad, el miedo, la incertidumbre, la violencia implicada en el acto de tener que abortar de manera clandestina, la lenta rapidez con que ocurre todo.

Ahora mismo, mientras tratamos de escribir este libro, nosotras abortamos. Respiramos angustiadas. Preocupadas. De inmediato el cuerpo se queda sin energía. Seguimos trabajando. No se tiene que notar. Los juicios. Las miradas dudosas. Las tetas que explotan. Náuseas de la maternidad como destino. La culpa. El empoderamiento y otra vez la culpa. La insistencia. El trabajo. Que el patriarcado no nos gane de nuevo. El cuerpo. Las pastillas. El acompañamiento. El PDF. Las amigas. El médico. Su mirada. Yo no hago abortos. Lo sabemos. Solo queremos la ecografía. Nos llama mamitas. Y que el hijo va a ser comunista pues salió del ovario izquierdo. El patriarcado va ganando. De nuevo. Nos calma. Dice que no creció más. En dos semanas todo solucionado espontáneamente. Esperamos. Esperamos. Esperamos. Nada. Otro médico. Todo sigue igual. Más grande. Náuseas. El primer médico era objetor de conciencia oculto. La rabia. La desesperación. Y el tiempo. La idea de que el patriarcado siempre nos roba algo. El mercado negro. $100 000. Dos sublinguales cada 4 horas. La sangre. El dolor. Las amigas. El agua de manzanilla. El colador. Una pequeña conformación de células. El baño como testigo. La sangre a la tierra o al wáter. La calma. La sensación de recuperar la soberanía del propio cuerpo. (69-70)

El fragmento evoca una experiencia de aborto que dista de ser única, rara o excepcional, por el contrario. El recuento repite y sintetiza las experiencias vividas por tantas, elaborando una especie de poema-collage que primero se acelera y luego, al final, recupera la calma. El pasaje me hace pensar, en este sentido, en la potencia de la escritura colectiva y en la eficacia de la síntesis y del collage, formas de hacer o herramientas que LASTESIS usan para diseminar ideas y saberes de la teoría feminista en distintos formatos— recitables, bailables, cantables.

Esta forma de hacer persiste. La Antología feminista (2021) combina fotos, artículos académicos, fragmentos de piezas de teatro, poemas, fotos, esculturas. El libro mismo es un collage, una forma de hacer síntesis que propone aperturas, sin cerrar. Porque el trabajo de síntesis de LASTESIS expande en vez de simplificar. Cuando leí la Antología feminista, la pensé como un acto de desobediencia a la antología—qué se antologa, cómo se antologa. Después vino Quemar el miedo—un supuesto manifiesto que simplemente ignora la pretensión vanguardista de ser la primera en decir algo. En Quemar el miedo, la palabra reflexiva que evoca experiencias o nociones ya sabidas o conocidas, pero siempre invisibilizadas, se combina con la canción, con el canto y el movimiento—y en su último libro, Polifonías feministas (2022) han incluido también videos y códigos QR para transformar la experiencia de la lectura. Así, aunque pareciera que con cada performance y cada libro LASTESIS van explorando y formulando diferentes formatos, el modus operandi siempre es el mismo: trabajar juntas, acompañándose; estudiar, sintetizar y crear; convocar y agitar para seguir diseminando ideas y saberes feministas. El objetivo: que la violencia machista, homofóbica, racista y transfóbica se acabe, que caiga el heteropatriarcado, que la teoría feminista se expanda, que los feminismos se vuelvan parte del sentido común.

Así, aunque pareciera que con cada performance y cada libro LASTESIS van explorando y formulando diferentes formatos, el modus operandi siempre es el mismo: trabajar juntas, acompañándose; estudiar, sintetizar y crear; convocar y agitar para seguir diseminando ideas y saberes feministas. El objetivo: que la violencia machista, homofóbica, racista y transfóbica se acabe, que caiga el heteropatriarcado, que la teoría feminista se expanda, que los feminismos se vuelvan parte del sentido común.

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I’m writing these notes as I read Set Fear on Fire, an eloquent and rabid book, a book that makes itself heard. I jot down ideas enthusiastically, inspired, energized, not really knowing what form this response will take. I am interested in highlighting the gesture and affect embodied in the words, in LASTESIS’s writing, and also in celebrating the publication of the impeccable and conspiratorial English-language translation by Camila Valle. Set Fear on Fire comes at an ominous time in the United States: Roe v. Wade has been struck down, 14 states have banned abortions. In 2023 alone, more than 525 anti-LGBTQ+ bills have been introduced in 41 states and more than 220 laws have already been passed that directly affect the lives of trans and non-binary people.

Set Fear on Fire names, interrogates, and denounces different forms of violence, but it doesn’t stop there; it also includes the tender ways of accompanying, loving, and doing with one another. I want to emphasize the generative force of that denouncing rage, how intimate their we feels, a (non-essentialist) we that does not forget the importance of complicity and that offers us another way into feminisms—into their hypotheses, their struggles, and their ways of elucidating the opacity of the capitalist and colonial heteropatriarchy. I also want to say something about the stirring power of LASTESIS and how that power is manifested in this book. Those who have seen, danced, sang, or heard of “A Rapist in Your Path” will know that LASTESIS, always and still based in their beloved port city of Valparaíso, mobilize feminist ideas through their reformulation or transposition into poses, verses, rhythms, steps. In the middle of a square, in the street or on a stage, LASTESIS reveal, point out, and denounce by dancing, singing, shouting. And it seems to me that Set Fear on Fire operates in a similar way. It incites movement. In many ways, this book is a form of expanding the collective’s performance work.

On the Shout

I put the book aside, close my eyes, and imagine reading another book. Any book. It is not difficult for me to see myself immersed in the act of reading. It doesn’t matter if I’m at the library, in bed, at my desk, on the beach, or on the train on my way to my university. It may be noisy, people chatting nearby, but it doesn’t matter. My mind manages to shut down and focus on the page, ignoring everything around me and entering into a kind of silent chamber.

There are those who prefer to read out loud, and sometimes I do; it’s also true that there are workshops or reading groups, instances in which we can share our ideas and reactions with others. But, in general, when I think about reading, especially about reading a book, my first thought is this state of internal silence. The pause that reading demands. That hasn’t happened to me with this furious book. Because this book shouts, shouts from its very title.

What happens when a book shouts?… Little by little, or all at once, the reading becomes collective. You open the book in a plaza, at your house or on the train, it doesn’t matter where, and you realize that you are not reading alone, because I am here too, joining those hands-minds-voices-bodies that sometimes think as they dance and as they write, because Set Fear on Fire sings and shouts about fury: my fury, your fury, our fury. And how could we be alone, if the first word of the book, beyond the title, table of contents, and preface to the English-language edition, is us and the first line “The experience of one is the experience of all.”

What happens when a book shouts?… Little by little, or all at once, the reading becomes collective. You open the book in a plaza, at your house or on the train, it doesn’t matter where, and you realize that you are not reading alone, because I am here too, joining those hands-minds-voices-bodies that sometimes think as they dance and as they write, because Set Fear on Fire sings and shouts about fury: my fury, your fury, our fury.

On the We

This we that tells you and takes you into account is not a given, but rather is articulated, plotted, and expanded in successive encounters or forms of recognition that do not go through formal education and that also are not reduced to an essential vision of feminism (“I am a feminist because I am a woman”).

“It’s not depression, it’s capitalism and the patriarchy,” went a phrase repeated over and over again in the context of the Chilean uprising. Surely LASTESIS saw it too. They lay out the matter like this:

Encountering feminism is not obvious or easy, especially given its exclusion from school curricula. Finding feminism begins with a feeling of disquiet, that what you have known as discomforting is not really okay. That which is uncomfortable, that which perturbs, has to do with the existing system, where everything is turned into consumer goods: bodies, animals, nature, experiences. (15–16)

I want to mark the clarity of the language and the simplicity of the style of the passage I just quoted (and those that follow). Because clarity and simplicity are two qualities that LASTESIS privilege in their work, something that manifests itself in the way they put forward the different forms of violence at the beginning of the book. Feminisms teach us that, to confront violence, we must know how to recognize it and how to name it. Reexamining them, giving an account of their development through writing, is an important task, a way of disseminating feminist theory and studying collectively.

We have given birth.
We have raised children alone. Studied and raised children alone. Studied, worked, and raised children alone.

We have had abortions illegally and without dignity.
We have accompanied friends through their abortions.
We have been rejected by our partners for having abortions.
We have been hit by an ex in the street.

We have suffered economic violence.
We have suffered obstetric violence.
We have suffered sexual-affective violence.

We have worked three full days in the space of one.
We have been undocumented immigrants.
We are daughters of political refugees.
We have been born in exile and we have grown up in exile. (xi)

Here, this we evokes and revisits a series of violences, it collects and synthesizes feminist knowledge, learning and building collectively. In other words, despite the violence we have suffered, there is no victimization—on the contrary. The collectivization and enunciation of harm allow us to meet, to know and recognize one another, give each other strength, accompany one another, grow. And also to imagine, conspire, co-create. I see here a clear manifestation of the joyful militancy that feminists like Verónica Gago and Silvia Federici speak of, because LASTESIS make community and family in the same process of creating, organizing, and fighting. And this is constant, day-to-day work.

On Rage

“Feminists are somber, killjoys, boring, misandrists, idiots, crazy; they have tattoos and short hair.” We are tired of constantly hearing and reading about this stereotype of the feminist, the “feminazi,” as if we wanted to commit genocide or exterminate men.… Oppression, violence, and the fight for power are weapons of the patriarchy, and we’re not interested. You can shove it and stop trying to fit us into your absurd paradigms. (70–71)

I pick this passage because it shows how rage emerges in the writing itself. Of course, rage is present from the beginning.

We are mad. Mad against age-old oppression. Mad against historical impunity. Mad and fearful of being assaulted, murdered, forgotten.… Mad in the face of the constant invisibility of our abuses.… Our testimony is always in question, always doubted, never enough. (2–3)

Yes, the book exudes rage. The call to Set Fear on Fire is written with and from rage. But to Set Fear on Fire makes of anger a creative engine. Because rage can be productive, it can be generative. As another Chilean feminist writer, Alia Trabucco Zerán, says: “Rage is a fundamental political emotion. It is mobilizing like few others and that is why it is censored. The philosopher Marilyn Frye puts it very well: it’s not possible to feel rage at the same because it’s raining. One feels, instead, confronted with an injustice. And it implies saying: this injustice has occurred, it has a cause, and I demand redress.

Ideas, forms, and movements emerge from anger; it helps in the synthesis of feminist theory. They take everything from us, except our rage.

On What This Book Makes Manifest

I notice that the subtitle of the Spanish version of Set Fear on Fire is A Manifesto. A manifesto is a “published declaration of the intentions, motives, or views of the issuer, be it an individual, group, political party or government. A manifesto usually accepts a previously published opinion or public consensus or promotes a new idea with prescriptive notions for carrying out changes the author believes should be made. It often is political, social or artistic in nature, sometimes revolutionary.” Something manifest is “readily perceived by the senses,” “easily understood or recognized by the mind.” It would seem that, in this case, both meanings of the word make sense. More than one reader will agree with the subtitle, with the identification of Set Fear on Fire as a manifesto, a text that disseminates LASTESIS’s “program of action” as a feminist collective. I say more than one, because I don’t.

The label of manifesto does not fully convince me—and I wasn’t surprised to learn that it doesn’t convince LASTESIS either. At the book launch of the English-language translation, LASTESIS explained that the subtitle had been the editors’ idea, not theirs, and it’s why the translation doesn’t categorize the text as a manifesto. The text as manifesto doesn’t convince me for a variety of reasons, but above all it’s because unlike other manifestos written by political or artistic groups, almost always made up of cis men, Set Fear on Fire doesn’t claim to say anything new, nor does it aspire to be the vanguard of a movement, or anything like that. On the contrary: LASTESIS work with already existing material, with previously formulated ideas, with findings and notions that, for reasons that also have to do with patriarchy—the patriarchy of ideas, the patriarchy of education—have been overshadowed or made invisible, have not circulated as they should:

Our objective was and is to disseminate feminist theory. This desire comes from our lack of access to these ideas through formal education. We fervently believe that the translation of feminist ideas into other languages, approaching them not only theoretically and linguistically but also visually, sonically, and corporeally, contributes to their broader distribution. (69–70)

I once again would like to emphasize the clarity and simplicity of LASTESIS’s style, their preference for saying things upfront, without beating around the bush or mincing words. Examples abound. One quotation that seems very important to me, because it makes manifest the political position of LASTESIS in relation to the woman signifier in feminisms, reads:

We are not born to perpetuate the institution of marriage and the nuclear family. It is time to normalize the infinite ways of loving others and to not normalize intrafamilial violence. We are not born women according to our genitals. Not all women have a uterus.… We are not all born heterosexual. Not all moms are good moms. The maternal instinct does not exist. Not all of us want to be mothers. Not all mothers can give birth. (32)

Sometimes the text shouts even more directly. This occurs above all in passages where rage becomes manifest. In those moments, the shout that is this book becomes poignant. Because sometimes this book hurts. A key moment, it seems to me, is the passage on abortion. I quote it at length because it is heartbreakingly eloquent. The writing embodies the anxiety, fear, uncertainty, and violence involved in the act of having a clandestine abortion, the slow speed with which everything unfolds.

While we were writing this book, we aborted. We sighed heavily. Worried. Suddenly we had no energy. We kept working. No one could notice. The lawsuits. The suspicious glances. The ballooning tits. Morning sickness as destiny. The guilt. The empowerment and then, again, the guilt. The insistence. Work. Hoping that the patriarchy wouldn’t win again. The body. The pills. The accompaniment. The PDF. Friends. The doctor. His look. I don’t do abortions. We know. We just want the ultrasound. He calls us mamitas. Said the kid would be a communist because they came out of the left ovary. The patriarchy winning. Again. He said it stopped growing. In two weeks it would happen naturally. We waited. And waited. Nothing. Another doctor. Everything the same. Bigger. Nausea. The first doctor was a secret conscientious objector. Rage. Desperation. And time. The idea that the patriarchy always robs us of something. The underground market. One hundred thousand Chilean pesos (around $120). Two sublingual pills every four hours. Blood. Pain. Friends. Chamomile water. The strainer. A small configuration of cells. The bathroom as witness. The blood to the ground or to the water. The calm. The sensation of recovering sovereignty over one’s own body. (42)

The fragment evokes an abortion experience that is far from unique, rare, or exceptional—quite the opposite. The account repeats and synthesizes the experiences lived by so many, creating a kind of poem-collage that first accelerates and then, at the end, recovers its calm. The passage makes me think, in this sense, about the power of collective writing and the effectiveness of synthesis and collage, ways of doing or tools that LASTESIS uses to disseminate ideas and knowledge of feminist theory in different forms—recitable, danceable, singable.

This way of doing persists. Their 2021 Feminist Anthology combines photos, academic articles, fragments of plays, poems, photos, sculptures. The book itself is a collage, a way of synthesizing that proposes openings, without closings. Because the synthesis work of LASTESIS expands instead of simplifies. When I read the Feminist Anthology, I thought of it as an act of disobedience to the anthology form—what is anthologized, how it is anthologized. Then came Set Fear on Fire—a supposed manifesto that simply ignores the avant-garde pretension of being the first to say something. In Set Fear on Fire, the thoughtful words that evoke experiences or ideas already known, but always made invisible, are combined with song and movement. In LASTESIS’s latest book, the 2022 Feminist Polyphonies, they also include videos and QR codes to transform the reading experience. Though it seems that with each performance and each book LASTESIS explores and formulates different formats, the modus operandi is always the same: work together, accompany each other; study, synthesize, and create; summon and agitate to keep disseminating feminist ideas and knowledge. The goal: for sexist, homophobic, racist, and transphobic violence to end, for the heteropatriarchy to fall, for feminist theory to expand, for feminisms to become part of the common sense.

Though it seems that with each performance and each book LASTESIS explores and formulates different formats, the modus operandi is always the same: work together, accompany each other; study, synthesize, and create; summon and agitate to keep disseminating feminist ideas and knowledge. The goal: for sexist, homophobic, racist, and transphobic violence to end, for the heteropatriarchy to fall, for feminist theory to expand, for feminisms to become part of the common sense.

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